Época: ParacasTiahuanaco
Inicio: Año 200 A. C.
Fin: Año 700

Antecedente:
La costa sur
Siguientes:
Centros ceremoniales
La cerámica
La orfebrería moche

(C) Emma Sanchez Montañés



Comentario

Dentro de la excelencia generalizada de la cerámica americana, Moche representa, tal vez, una de las cerámicas más admirables y de una mayor calidad técnica y estética. Se caracteriza sobre todo por un aparente afán narrativo que se plasma a través de un estilo realista y sintético a la vez, reflejado tanto en escenas modeladas sobre vasijas, como en vasos escultóricos o en huacos cubiertos de dibujos. La mayoría de nuestros conocimientos sobre la cultura Moche proceden en realidad de sus representaciones cerámicas, que recogen tanto aspectos de la vida cotidiana como de las prácticas militares o rituales.
Para mejor comprender la cultura y el arte de Moche, hay que hacer referencia a Vicús, un yacimiento arqueológico situado en el extremo norte de Perú. Descubierto en el año 1961, ferozmente saqueado hasta el año 1964, es un enorme cementerio con cerca de 2.000 tumbas en forma de botella y cuyas fechas, obtenidas por el método de C14, van desde el año 280 a. C. hasta el 655 de nuestra era.

De dichos enterramientos proceden centenares de piezas de cerámica de un estilo característico, síntesis de influencias procedentes por un lado de las planicies ecuatorianas y por otro de los altiplanos peruanos. Aparecen así huacos escultóricos con representaciones zoomorfas, que recuerdan el estilo Chorrera. Son siempre figuras con un impresionante sentido plástico donde se combinan un admirable hiperrealismo con una gran estilización conseguida al destacar los rasgos esenciales de cada animal. Entre las representaciones animales destaca el felino, tal vez de herencia Chavín.

Una de las novedades que aporta Vicús es la frecuente representación de la figura humana, en un estilo antropomorfo que se ha denominado proto-mochica. Nos encontramos ante guerreros, aguadores, músicos, ancianos, de rostros todavía estereotipados y rasgos poco individualizados pero de gran fuerza expresiva. Y aparecen también representaciones de la muerte, en forma de fardos funerarios o de calaveras. Todos estos temas se desarrollarán luego en Moche.

Todas las formas típicas de la cerámica peruana se encuentran ya en Vicús, el caño-estribo, caño recto y asa plana, dos picos y asa puente. La frecuente aparición de la botella con caño recto y asa, procede claramente de Chorrera, aunque luego se generalizará la forma de asa-estribo. Vicús significa así el puente de unión entre Moche y Chorrera que a través de Machalilla se remonta a la tradición Valdivia.

El paisaje de la costa norte de Perú es árido y caliente, con cortos ríos que posibilitaron el asentamiento humano, potenciado en este período por las técnicas de irrigación artificial. Característica de este momento será también la existencia de una serie de sociedades en continua pugna primero por el control de agua y después por la necesidad de posesión de nuevas tierras.

Entre 200 a. C. y 100 d. C. existen todavía una serie de culturas y estilos locales, pero muy pronto los jefes procedentes de los valles de Chicama y Moche someterán a los habitantes de los diferentes valles, formando una verdadera confederación entre 100 y 500 d. C. Seguirá a continuación un período de estancamiento y otro de regresión para terminar hacia 700-800 d. C. con la irrupción progresiva de las formas culturales Huari.

La beligerancia continua y la centralización de poder producirán una abundante mano de obra servil que posibilitará el aprovechamiento de tierras no explotadas con la construcción de inmensas obras hidráulicas. El uso de fertilizantes como el guano contribuyó también a que la agricultura se convirtiera en la base económica de la confederación Moche, con el maíz como producto principal, y la pesca y la caza como recursos secundarios. El comercio gozó de gran actividad, basado sobre todo en la sal, pescado seco y algas, intercambiados por cobre, oro y animales de carga y lana de las regiones serranas. Cada valle de la confederación poseía una gran ciudad, destacando Pañamarca, en el valle de Nepeña, Tomabal en el valle de Virú o la propia Moche. Pero su conocimiento es escaso debido a la acción del tiempo, ya que el material de construcción era el adobe, y a la actividad de los saqueadores o huaqueros, y también a que muchas ciudades chimúes se construyeran más tarde sobre las Moche.